Para asegurarse de que cada creación de Estée Lauder alcance siempre sus más altos estándares de calidad, Estée abrió su primer laboratorio de investigación y desarrollo en Melville, Nueva York en 1967. Junto a su equipo de científicos, Estée y Joe "mezclaron, probaron y descubrieron" cada ingrediente que sería la estrella de sus productos. A medida que el negocio fue creciendo, sus funciones se hicieron aún más definidas: "Joe administraba la fábrica y se encargaba de los números y de la producción. Yo me encargaba de las ventas", explicaría Estée.